Escritor y habitante de Carrillo Puerto, Qro.
Se dice en el barrio
Historias de gente de mi
barrio. De
aquellos sin voz.
Se respetan las bases históricas de las narraciones o declaraciones, pero se modifican por motivos literarios o para que los relatos no expongan la intimidad de los protagonistas.
Sobre este blog
A inicios del año, me dio por escribir literatura. Ese deseo me pesaba, por no hacerle caso. Al fin me decidí, y he empezado a escribir historias, pero cortas (las llamo CUENTOS, para no caer en algún desliz que revele a la persona referida). Son historias sobre gente que casi siempre está al día, que se encuentra en una vida apenas aceptable, gente que apenas es perceptible, que está mal y le cuesta sobrevivir; gente que desde temprano se la pasa tronándose los dedos. Porque lo que viven y expresan es digno de respeto, me mantengo fiel a su narración, los que recojo no son cuentos color de rosa. Para redactar las historias –no inventarlas–, las recupero de quienes las viven y reviven efectivamente. Entrevisto a alguien, con grabadora y con libreta para registrar el escenario, los gestos, etc.; por fidelidad a la narración, vuelvo una y otra vez a ella mientras la transcribo. Me tomo la “atribución divina” de modificar varios elementos, como nombres de los sujetos, espacios geográficos donde tienen lugar, referencias a gente allegada, a actividades cruciales y hasta al género de la persona (mujer o varón, por ejemplo), diferente al relato. Cuando llevo la historia a una redacción final, la muestro al personaje de ella y a alguien más, a quien le propongo la función de juez; la leemos juntos, hago las correcciones o modificaciones necesarias y la entrego para su impresión en un periódico semanal y las publico en este blog.